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El 2017, año del gallo en China, inició el 28 de enero. Imagen de: 2017chino.madrid.es

Más de ocho mil millas lo separan de Cantón, su provincia natal, localizada en el sur de China. Entre señas, palabras claves y lo que conoce del español, logra comunicarse con los puertorriqueños, pues aunque vive en la isla hace más de 30 años, habla muy poco el idioma hispano.

Wing Chen Tam es residente en Aguadilla y propietario de un restaurante de comida china, como muchos de sus paisanos que viven en Puerto Rico. La cantidad de trabajo que efectúa para que su negocio se mantenga a flote ocupa todo su tiempo, por lo que no queda mucho espacio para socializar con puertorriqueños que le ayuden a adquirir vocabulario español. No obstante, aceptó hablar un poco sobre su cultura y cómo ha logrado adaptarse a esta isla tan diferente a su país.

El cantonés vivía en un campo donde imperaba la pobreza. “Cuando yo estaba, pobre, muy pobre. Casa de tierra, los palos hizo la pared y arriba con palma. Arroz mata (la planta Oryza sativa) liga´o con harina moja´o, y se pone como cemento, pero no cemento”, explicó para detallar cómo se confeccionó el hogar donde residía.

Wing Chen llegó a Puerto Rico en el 1980, con 19 años, luego de que varios familiares se mudaran a Estados Unidos y un amigo de su padre se relocalizara en Cuba, trazando un vínculo con el mundo occidental y latino.

El hombre aseguró que no planifica irse de Puerto Rico, aunque no descarta que Dios tenga otro camino delineado para él. “Eso no puede decil, polque Dios a veces pa´ allá o pa´ allá. China a aquí 24 horas, lejos. Yo ni soñá, cuando como joven, ni soñá pa´ ese sitio aquí. Ni soñá aquí yo futuro pa´ Puerto Rico. ¡Ni soñá! Ni conocío, ni escuchá”, exclamó el hombre, haciendo alusión a que jamás pensó pisar suelo boricua.

Recuerda con nostalgia sus primeros años en la isla, cuando la confianza y la ayuda a los demás no se habían visto tronchadas por la criminalidad. “Cuando llegué aquí Puelto Rico, mucho cariño la gente. Uno ayuda a uno. No coger listo. Hay gente listo, (pero) muy poco”, opinó quien agradeció la ayuda que le ofrecieron los puertorriqueños cuando apenas tenía con qué comer y trasladarse.

Tras varios años de llegar al Caribe, voló a China para visitar a su abuelo, y fue allí cuando conoció y se casó con la madre de sus cuatro hijos, quien aún lo acompaña. Como parte de las costumbres chinas, “la familia en el restaurante pone ropa linda”, expresó Wing Chen, haciendo referencia al día de su matrimonio. Intentó, además, explicar el festejo con fuegos artificiales, pero recurrió a efectos sonoros por no conocer cómo se le llama a la pirotecnia en español.

Si de tradiciones milenarias se trata, China ocupa los primeros lugares. El año nuevo es la festividad más emblemática del país, y puede celebrarse entre enero y febrero. “Acostumbrá a ir muchacho, muchacha, todo mundo con una ropa nuevo con año nuevo. Cuando sale por la puerta, ah, saludos, y dice por la mañana: ´¡Ah, tú está vivo todavía!´, porque una dragón se comía a la gente”, expresó el hombre entre risas, explicando el espíritu festivo que predomina en la época. “Todo mundo pone afuera una papel colora´o, y escribe las cosas mejor para año nuevo”, abundó.

Y es que, en China, el rojo representa a la buena suerte y simboliza la fortaleza de la vida y la felicidad. Por tanto, en año nuevo, se colocan banderas o pergaminos rojos en las entradas para darles una cálida bienvenida a los visitantes y atraer la buena fortuna.

Otro aspecto en el que se diferencian la mayoría de los cantoneses de los puertorriqueños es en las creencias religiosas. Mientras la mayoría de los boricuas son cristianos, en Cantón domina el budismo, una religión o filosofía que no cree en un dios creador. Por el contrario, enfoca sus preceptos en la meditación del individuo para que alcance el nirvana, que comprende en entender la verdad absoluta para cesar el sufrimiento.

Para alcanzar esta etapa espiritual es meritorio no ocasionar daño a los demás, no reprimir ni aferrarse a nada, no decir mentiras, no matar, no tener una conducta sexual dañina, no consumir intoxicantes, no robar, entre otras reglas.

Aunque Wing Chen conoce el budismo, aseguró ser cristiano. “El cristiano Jesús ya está aquí. Porque yo hablando, él está aquí. Para los buda, yo hablando, buda no está”, expresó el comerciante haciendo referencia a la falta de una deidad omnipresente y omnipotente en el budismo, ya que Buda era un mortal que alcanzó el nirvana y educó a los demás sobre ello.

El clima es otra gran diferencia. “En China, mucho calor. Por el día, calor y, por la noche, también”, explicó, para luego hablar de la proliferación de enfermedades. “Si acaso viene una enfermedá o una cosa (en China), se aguanta caminando en el país, persona a persona. Pero en Puelto Rico, rápido. Aquí son isla, la mar, el viento limpia rápido”, explicó el hombre para resaltar los beneficios de nuestra situación geográfica.

Si algo extraña de China es la comida. “Aquí no consigue mucha vegetales, pesca´o”, lamentó el hombre, quien ha tomado la iniciativa de sembrar algunos frutos provenientes de su región. “En casa sembrado también fruta: quenepa china. Teno mucha, tres veces al año”, dijo emocionado al hacer referencia al rambután o al ojo de dragón.

Es difícil descifrar sus mensajes, pero también interesante. Él mismo lo dice: “Ustedes hablando quizá una cosa, nosotros no entendé. Tú hablando: ´mira, horita pa´ San Juan´, y yo dice pa´ Aguadilla”, dijo entre risas. Lo acepto. Muchas veces pensé: Él me está hablando chino. ¡Literalmente!