Un hijo cambia la vida radicalmente, sobre todo, cuando viene de sorpresa y aún no te sientes preparado para un compromiso de tal magnitud. No solamente transforma tu rutina y realidad diaria, sino tu forma de ver, entender e interactuar en el mundo.

Yaramiss nos cuenta su experiencia:

«Suena cliché, pero más que cambiarme la vida, ser mamá me dio la vida.

Para contarles cómo, tendría que partir desde el preciso momento en el que una prueba de embarazo me confirmó que la vida surgiría de mí. De primeras, mi reacción no fue miedo; nunca he tenido miedo de ser madre, la verdad, simplemente no lo podía creer.

No tenía planificado ser madre a mis 20 años. No estaba del todo estable: tenía un trabajo part time, mi matrimonio peligraba, aún no iba ni a mitad de mi bachillerato, no tenía un propósito o motivación que me moviera a ser mejor. Pero fue justamente el enterarme que sería madre, y todo esto debería mejorar por mi bebé.

Con la vida que crecía dentro de mí, crecía una valentía y una sensación de poder que nunca había experimentado. Yo sabía, desde dentro de mi corazón, que todo estaría bien y que a mi hija no le faltaría nada. 

Llegó el momento más importante, el nacimiento de mi hija y de una nueva yo. Tan pronto tuve a mi hija en mis brazos, me di cuenta que ahora todo lo que yo hiciera sería por ella. En resumen, antes que mi hija cumpliera su primer año, me divorcié, me mudé a casa de mis padres, comencé a trabajar en un supermercado, cambié de universidad, de bachillerato, y comencé de cero. 

En todo mi proceso de crecimiento personal, mi motor ha sido mi hija. Fue mi maternidad la que me ha impulsado y motivado a seguir creciendo y buscar mejorar cada día más. Al fin y al cabo, soy el modelo a seguir de mi hija. Desde que decidí comenzar desde cero por mi hija, lo he logrado: me mudé sola con mi hija, me gradué de mi bachillerato Summa Cum Laude, comencé mi maestría, conseguí una buena oportunidad laboral, hoy puedo ofrecerle una buena educación. 

El educar y criar a mi hija me ha ayudado tanto a crecer y a comprender el mundo de una manera que antes no podía. Comencé a ver el mundo a través de sus ojos, todo de una forma tan pura como lo es el alma de un niño.»

Foto por: Sheyla Alers Photography