Después de una vida de trabajo, el retiro es un merecido descanso para disfrutar las pequeñas y grandes cosas que la vida te tiene en frente, y que muchas veces olvidas por el ajetreo diario.

Saul nos cuenta:

«Luego de 32 años de trabajar esmeradamente como profesor, llegó el anhelado retiro.

Con él, también llegó la incertidumbre de cómo serían los siguientes días. Con el trabajo, los días son ajetreados, apenas nos da el tiempo para realizar labores personales.

¡Me retiré! Descubrí poco a poco cómo los días se convertían en una estadía placentera. Al levantarme, ya no existía el corre y corre de bañarme, vestirme, preparar desayuno y el consabido y adictivo café.
Hoy disfruto más de estos actos.

Ya se extinguió ese corre y corre. El café lo disfruto a plenitud. Las mañanas son placenteras y me crean el ambiente para tener un día más tranquilo y paciente.

El cambio más beneficioso es que puedo compartir mejor con mi familia. Mi hija trabaja y estudia en el extranjero. Ahora la visitamos y no tenemos que tener una fecha de regreso porque ya no hay responsabilidades laborales.

Mi hijo, que es estudiante universitario, disfruta de la comida que le preparo, y mi esposa ya olvidó la cocina porque me convertí en el cocinero de la familia.

Gracias al retiro he descubierto la séptima maravilla del mundo.»