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Dio a su hijo en adopción y lo hizo pasar por muerto ¿Por qué?

Tenía 19 años. Dejó a su hijo recién nacido en el hospital, junto con una carta dirigida a las enfermeras, pidiendo que lo cuidaran bien, ya que ella no podría. Firmó los papeles de adopción, y envió una carta a sus familiares informando que el niño había muerto.

Ese es un capítulo triste en la vida de Victoria, pero indagar en los cómo y en los porqués nos ayudará a entender mucho mejor cómo llegó a tomar esa decisión que la marcaría de por vida.

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Recuerdos, vejez y lucha

Memorias del Puerto Rico de los 40 y las vicisitudes de la vejez en pobreza

William, como muchos puertorriqueños de su edad, no sabe de orgullos ni tiene lugar para lujos. Vive en un campo de San Sebastián, junto a su esposa, Aida, quien ha ido perdiendo su estabilidad mental desde hace tres años. Se desconoce qué mal la está atacando, pues viven el día a día sin pretender que un médico diagnostique y cambie el camino ya trazado. Aquella mujer que antes se dedicaba a mantener la casa limpia ha perdido la noción del tiempo y espacio, y hoy el olor a orina se esparce por todo el lugar.

El hombre, mejor conocido como Quiti, tiene 76 años y proviene de una familia pobre, compuesta por sus padres y 11 hermanos. Aún no entiende cómo sus progenitores pudieron cubrir las necesidades básicas de aquellos niños, pero aseguró que el plato de comida nunca faltó en su casa, aunque fuera en pequeñas porciones. Los dos dólares con ocho centavos que ganaba su padre, al día, daban abasto para, al menos, alimentarse. Además, vivir en el campo les aseguraba alguna que otra fruta, ñames y verduras.

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Familia y millones: Seguramente feliz

Construyó una empresa millonaria, pero asegura que su felicidad está en la familia y ayudar a quien pueda

Efectos personales, meriendas y una colección de figuras de carros forman parte de la oficina, un tanto desordenada, de Héctor Rivera. Destaca una lupa sobre el escritorio del exitoso comerciante y experto en seguros, que ya alcanzó los 77 años. Su vestimenta, sencilla y casual, no refleja los millones de dólares que posee en propiedades inmuebles y otros bienes, aunque las prendas que adornan sus manos son muestra de su opulencia.

Si viajamos en el tiempo, y nos transportamos a cuando apenas era adolescente, vemos un jovencito visitando el Banco Crédito de Mayagüez, hoy inexistente, para depositar el dinero que su padre ganaba haciendo dobladillos y vendiendo ropa en la plaza del mercado. Héctor quedaba encantado cuando veía a los cajeros del banco vestidos con gabán y corbata, y soñaba con ocupar ese lugar cuando fuera adulto. No imaginaba, entonces, el éxito que gozaría en la industria de seguros.

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Dios y el heavy metal: un cura particular

Renunció al sacerdocio tras reconocer que sus creencias no son cónsonas con la estructura del catolicismo

“Yo estoy en contra del celibato, estoy a favor de que las mujeres sean sacerdotes, estoy a favor de que se devuelva la comunión a los divorciados vueltos a casar”, expresó, de manera contundente, quien también defiende a la comunidad LGBTQ+ y disfruta del heavy metal. De hecho, viste una camisa de la banda Metallica, reconocida exponente de este género, así como varias sortijas y brazaletes plateados y negros.

Se trata del sacerdote Luis Alberto. Sí, sacerdote. Quizá, ser tan distante de los estereotipos que se asocian con líderes religiosos católicos es una de las razones por las que el hombre de 37 años espera la dispensa de Roma para culminar su servicio en el sacerdocio. A esto se unen las injusticias que vio dentro de la estructura eclesiástica y las relaciones afectivas que entabló durante el proceso de convertirse y fungir como cura.

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La salvación desde la atalaya

Los Testigos de Jehová se encuentran en más de 240 países y sobrepasan los 8 millones de miembros

Ver a Samuel y asociarlo con la religión de los testigos de Jehová es una misma cosa. Su pasión por servirle a Dios y Jesucristo lo hace hablar con efusividad del tema. Según desarrolla sus pensamientos, va levantando su tono de voz y las pausas se hacen más cortas. Suda. No suelta su Biblia, pues la utiliza de referencia para cada pregunta relacionada con la iglesia, pues no quiere hablar por sí mismo, prefiere citar al texto inspirado por Dios.

El hombre, de 47 primaveras, se consideraba católico hasta hace 14 años, cuando conoció la creencia que hoy defiende tenazmente. Aseguró que es su congregación de las pocas, si no la única, que cumple con los mandatos de Jehová. “‘Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones (dice la Biblia)’. ¿Quiénes son los únicos que están haciendo eso? ¡Los testigos de Jehová! No hay más nadie”, exclamó convencido, rodeado por su esposa y tres hijas.

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El diablo y Cristo: encuentros inolvidables

La experiencia de un hombre presenciando a ambos entes

Intentó explicar el amor que aún siente por su abuela, pero se ahogó en llanto. Se vio obligado a guardar silencio hasta que el nudo de la garganta cedió y recuperó la voz. No es para menos. Fue ella quien lo crió, lo mimó y abogó por él en las tantas ocasiones en que se trepó a un árbol de corazón para no ir a la escuela, a pesar de los reclamos del abuelo.

“Ella era el ser más dulce que yo he conocido en mi vida. Era tan dulce que estuve 25 años sin poder tener un retrato de ella en la casa porque qué no le pedía yo que ella no me diera. Era muy alcahueta conmigo, demasiado”, compartió Luis, al tiempo que secaba las lágrimas de sus ojos y recordaba la muerte de la mujer, ocurrida hace más de 45 años.

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La inocencia y sus posibilidades

Queda evidenciado que el ejemplo de los padres delimita cómo los hijos ven la vida y sus posibilidades

Transcurren los años y perdemos la autenticidad de dejar volar los ¨te amo¨ y las caricias tiernas. Vamos perdiendo el don de expresar las cosas tal cual las sentimos. Pero, sobre todo, llegan las inhibiciones, y nos encierran en marcos que delimitan cómo se comporta un adulto y qué actuaciones tienen que formar parte del pasado para abrazar la ¨madurez¨. Puede ser tarde cuando, desilusionados, descubramos que aquella transparencia y nobleza son la clave para ser alguien realmente grande.

Mia y Edgardo aún no han cruzado la puerta a esa otra dimensión, donde lo mismo se ve tan desigual. Los hermanos de cuatro y cinco años respectivamente, con sus voces todavía tiernas, están convencidos de que alcanzar los seis años es abrazar la adultez e independencia. Edgardo imagina cómo podrá utilizar vasos grandes y tomar piraguas ¨hasta de colores¨. ¡Eso es vida!

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Un español en Puerto Rico: La madre patria y su hijo dependiente

Un coruñés opina sobre las diferencias entre España y nuestra isla

“Ver generaciones completas dependiendo del gobierno, que no quieren salir a trabajar, que no quieren independizarse, a mí no me gusta. Sé que es lo fácil. ´Me dan mis chavos, me pagan mi casa, mi Internet y no hago nada´, pero eso no es vida. Uno tiene que tener un orgullo personal para salir adelante y llevar adelante a su país”, reflexionó José Calvete, un inmigrante español que vive en Puerto Rico hace casi seis años.

Y es que, a pesar del tiempo que lleva como residente en la isla, aún no puede entender la cultura de trabajo (o de no trabajo) que impera. Se cuestiona cómo es posible que en una isla 100×35 el pescado y los mariscos frescos sean tan difíciles de conseguir y se comercien a un precio tan poco accesible.

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“Era una calavera en una cama”

Un estudio de rutina le reveló que tenía Hepatitis C, y aún desconoce cómo se contagió

Sus días transcurrían con normalidad. La rutina de trabajar, cuidar a su padre, actuar en teatros y compartir con familiares y amigos parecía ser más que satisfactoria. Y de repente, con solo abrir un sobre, la vida se convirtió en sinónimo de angustias, malestares y carencia.

Carmen entregaba todas sus energías y más al trabajo. Dedicó veintidós años de su vida a su último empleo en una óptica, donde fungía como supervisora y ayudante de los oftalmólogos. Pero su compromiso con su faena la hizo olvidar el compromiso con su salud. “Ahí me entregué en cuerpo y alma. Iba con fiebre, como estuviera, días libres, en vacaciones, lo que fuera”, aceptó la mujer, que hoy tiene 73 años.

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